La revolución sexual

Debo que confesar que por culpa de genios del tontipop como L Kan y La Casa Azul tengo un pequeño ramalazo popecho que de vez en cuando se empeña en aflorar brevemente...

Me aficioné a La Casa Azul por culpa de mi vecino Pedrito y el grupo de Guille Milkyway fue uno de los que más veces me acompañó en mis rodajes el año pasado. De hecho, me encantaba llevar los sonidos popis de LCA atronando mis orejas los días más desapacibles. Correr bajo la lluvia, sobre el barro y contra el viento escuchando tontipop es una combinación insólita que hay probar al menos una vez en la vida.

Es muy posible que La revolución sexual sea el disco que lance definitivamente a LCA a las garras del mainstream. Mientas estaba en casa estas vacaciones vi emitirse el vídeo del primer single muchísimas veces en varias televisiones musicales.

De los tres discos que ha editado hasta hoy LCA éste es el que menos me ha convencido. Lo que más me gustaba de este grupo era la mezcla de melodías ñoñas con letras tristes y amargas. Aquí se mantienen las melodías ñoñas pero las letras son más optimistas, perdiendo así buena parte de su gracia.

Aún así hay una canción la primera vez que la escuché la elevé inmediatamente a la categoría de puto himno: No más myolastan. Una canción positiva que me ha entrado bien en estos días tontorrones en los que vivo.

Hay en este disco un casi-temazo que podía haber llegado a ser genial pero que al final se queda en un quiero y no puedo. Se trata de Un mundo mejor, el último corte del disco. Parece ser que nació como jingle para una campaña publicitaria de Samsung y que ha sido reutilizada para este disco. Si no fuese por los incisos popechos que no pegan ni con cola sería un opening cojonudo para alguna sórdida serie setentera protagonizada por policías bigotones.

Pero esta canción palidece ante la obra maestra del género: Tank!, de Yoko Kanno. Con ella os dejo.