martes, 29 de enero de 2008

La euforia del corredor

En estas fechas de exámenes cada uno canaliza la tensión como buenamente puede. Algunos se vuelven una versión borde de sí mismos, otros procrastinan más de lo habitual, hay quien fuma cual carretero... A mí me da por correr más. Hasta hace algún tiempo lo que hacía era sentarme en una esquina a llorar, pero este nuevo método se está demostrando bastante más efectivo.

Los últimos tres días me he pegado unas palizas curiosas. Veintitrés kilómetros el domingo, once ayer y catorce de trail esta mañana. Ante semejante carga de trabajo la reacción de mi cerebro es regalarme algo parecido a esa mítica euforia del corredor (runner's high en inglés, que mola más) de la que algunos hablan.



La ciencia no se pone de acuerdo en las causas de esta euforia. Ni siquiera son unánimes con respecto a su existencia. Pero lo que yo sí sé es que este mediodía después de haber cruzado el horizonte unas cuantas veces (y una vez un rebaño de cabras), mientras corría por el medio de la nada en el más absoluto silencio, me sentí feliz y tranquilo. Como si me hubiesen metido en vena una dosis de sosiego.

Después de eso abordas las cartas de Smith con una sonrisa bobalicona en la cara... y un ligero dolor en las rodillas, para qué negarlo.

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