jueves, 25 de octubre de 2007

Buenos tiempos para la lírica

Mi sensibilidad lírica amenazaba con marchitarse ante la falta de producción de mis poetas de referencia. El silencio de Mamá Ladilla dura ya dos años y no hay novedades a la vista para su proyecto paralelo Engendro.

Cuando la esperanza parecía perdida escuché en el programa de Carlos Herrera (otro gran aficionado a la música de gran carga poética) un temazo que me hizo ver la luz al final del túnel.

El tema en cuestión era Ni una sola parada, genial versión de la canción casi homónima de Paulina Rubio. El preciosismo de su mensaje y las toneladas de talento que había detrás de sus rimas trajeron alegría a mi pobre corazón que esos momentos luchaba por no sucumbir al tedio mientras atravesaba en coche los monótonos paisajes zamoranos que bordean la A-VI.

Abrí bien las orejas para quedarme con el nombre de los sobresalientes juglares que nos habían regalado semejante obra de arte. Se trataba de El Reno Renardo, afortunadísimo nombre artístico bajo el que el trío formado por Zarigüeya, Mapache y Rebeco han puesto patas arriba el panorama musical y poético de este país.

Con himnos como su canción de presentación El Reno Renardo, Cipote Ancho (la sintonía de los dibujos animados de Don Quijote nunca nos volverá a sonar igual), No Quiero Ir al Gym o Yonkis Sobre Ruedas el grupo de Aldea del Arce (Burgos) le ha dicho al mundo que no sólo han venido para quedarse, sino que además están llamados a ocupar un lugar de honor en el olimpo cultural patrio.

Y todo ello por no hablar de la canción que ha catapultado a este trío al estrellato: Camino Moria. Esos cuatro minutos y veintisiete segundos de pura ambrosía sonora son una lección de cómo convertir una canción de unos menosmola como Gabinete Caligari en un clásico instantáneo que perdurará en la memoria colectiva por los siglos de los siglos. Juzgad vosotros mismos:


Si aún no conoces al Reno ya estás tardando. Descárgate el disco ¡YA!

De nada.

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