domingo, 16 de noviembre de 2008

Un día en las carreras. Episodio V: El Retonno del Runner

Parece ser que Philip K. Dick describió su primera (y última) experiencia con el ácido como algo semejante a un descenso a los infiernos, lugar del que le costó unos cien años salir. O al menos eso es lo que cuenta Emmanuel Carrère en Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, su fantasiosa biografía del escritor norteamericano.

En mi caso el billete de ida al infierno no venía en forma de psicotrópico sino de lesión. Y afortunadamente salir de mi pesadilla no me llevó un siglo, aunque sí unos suficientemente interminables cinco meses de dolor, desesperación y falsas esperanzas.

Ayer día quince terminaba la prohibición absoluta de correr que me había impuesto Alba, mi ángel de la guarda tendinal, cuando acudí a Torrado buscado ya más respuestas que soluciones. Tras reposo, masajes (en los que descubrí el dolor que puede llegar a causar una embarazada, que hasta ese momento creía que eran seres de pura bondad incapaces de infligir daño a nadie), rehabilitación y otras hierbas empecé a recuperar poco a poco mis maltrechos tobillos. Y el día de ayer estaba marcado con un gran círculo rojo en el calendario.

Con mi particular versión de Pepito Grillo encaramada al hombro salí a trotar ayer por primera vez en mucho tiempo. Estaba nervioso. Incluso se podría decir que tenía miedo. Había pasado ya por varias falsas alarmas de recuperación en los últimos meses que habían terminado en nuevas recaídas. Pero mi nuevo yo es más sensato. Y cuando no lo es hace caso inmediatamente a los berridos que le llaman al orden cuando se embala de más o pretende saltar sobre sus endebles tobillos. Corrí cinco kilómetros relajados tras lo que no sentí la más mínima molestia. Ahí empecé a creer que tal vez esté por fin en la senda de la recuperación.

Y esta mañana la prueba de fuego. Una serendipia del destino provocó que justo el día después de mi retorno al asfalto hubiese una popular de poco menos de 6K prácticamente en la puerta de mi casa residencia.

Y ahí que me fui de cabeza. Que mi nuevo yo es más sensato pero tampoco tanto. Disfruté como un enano al verme de nuevo en el ambiente de las populares y entendí un poco mejor por qué había echado esto tanto de menos durante los últimos meses. Una buena motivación para cuidarme y evitar volver a tenerme que pasar otra temporadita de barbecho...

Sobre mi carrera poco que contar. A pesar de no ir a tope terminé rematadamente cansado ya que lógicamente mi forma y mi fondo están a años luz de las que tenía cuando me rompí. Pero hoy la cosa no iba de eso. Pasé ampliamente del pulsómetro, de los minutos por kilómetro y de todas esas zarandajas. Se trataba de disfrutar nuevamente del básico placer de correr por correr. ¿Es posible que durante estos meses me haya curado un poco de mi anterior marquitis? Ojalá sea así. Está bien tener datos de los entrenamientos, pero a veces miraba tanto para el pulsómetro que me extraña que nunca me haya comido una farola. Crucé la meta después de 26 minutos, cansado pero con una sonrisa bobalicona en la cara en la que se podía leer un "¡estoy de vuelta!" lleno de felicidad :)

Pero que no haya mucho que contar sobre mi carrera no quiere decir ni muchísimo menos que esta popular esté condenada a caer en el olvido más pronto que tarde, sino todo lo contrario. El día de hoy ha sido, como diría Barney, legen -wait for it- dary. ¿Por qué? Pues porque fue la ocasión escogida por mi no-tan-joven-padawan Anabel para debutar en una popular. ¿Es esa nimiedad la causa de la legendaridad? Evidentemente no, pero algo ayuda. La guasa del asunto está en que llegó en una más que rezagada última posición, con lo que técnicamente durante sus buenos cinco minutos la arteria principal de este poblacho estuvo cortada al tráfico única y exclusivamente para ella. Pero, ojo al dato, sólo había otra chica inscrita en la categoría sénior femenina. Así que no sólo fue última, sino que además fue segunda de su categoría. Así que subió al podio, recibió las felicitaciones de los concejales del Ayuntamiento y le dieron un trofeo. Una única carrera y ya tiene mejor palmarés del que puedo soñar. Injusto, pero jodidamente divertido.

Ver a mi aprendiz subida al segundo cajón del podio me hizo darme cuenta de que la frontera entre la satisfacción y la humillación es demasiado sutil como para que los alexitímicos vocacionales la discernamos claramente...

En fin, un buen día. Unos volvemos a asomar tímidamente la cabecita en el apasionante submundo de las populares, y otras entran en él cual elefante en una cacharrería.

Así es la vida.

Próxima estación, cross de la UAX. Correspondencia con el Circuito Madrileño de Cross Universitario. Precaución: llegada en cuesta.

4 comentarios:

Carboanion dijo...

XD Eres inspirador: ya he quitado toda la ropa de encima de la bici, mañana igual me subo en ella y todo XD

Mattie dijo...

Todos sabíamos que mi único objetivo era ser finisher y... ¡LO HE CONSEGUIDO! jejeje. Lo de ser sólo dos en la categoría es mera coincidencia que ha hecho que me gane una running-falda jiji. Aunque ya me dirás cuando te van a dedicar otra vez una carrera desde el segundo cajón del podio ;)
Y bueno, respecto a lo de que la calle Real estuviese cortada única y exclusivamente para mí durante sus buenos 5 minutos ya sabes que sólo tiene una explicación: "todo esto está montado para que yo me divierta" ;)
Después de mi día de gloria seguiré gustosamente con mi trabajo de Pepito Grillo :D

dblach dijo...

Mira a ver, no te pases que en la cena de navidad te queremos entero la cena entera :P

Lis dijo...

No sé yo, me gustó ser el centro de atención en la cena anterior... No descarto repetir xD