martes, 2 de diciembre de 2008

Joe Sacco

Uno de los lugares con más densidad de población que se me ocurren, más aún que la muy madrileña Plaza de Callao durante estas fechas pre-navideñas, es el Olimpo al que elevo a aquellos creadores que idolatro fruto de mi escasísimo umbral de admiración y de mi legendaria compulsividad. Lugar mítico en el que Joe Sacco ha renovado por una buena temporada la concesión de su parcelita tras el buen sabor de boca que me ha dejado la reciente lectura de Gorazde, el que para muchos es su mejor trabajo.

Sacco es un autor de cómics norteamericano, aunque nacido en Malta, que cultiva en sus obras un personalísimo estilo documental bastante alejado de los lugares comunes del noveno arte. Gráficamente su estilo típicamente underground recuerda irremediablemente a Robert Crumb, y los guiones (salvando las distancias, que incluso en mi Olimpo hay clases) al maestro de maestros Ryszard Kapuściński.

Porque las historias que nos cuenta Sacco son un cóctel compuesto básicamente por memorias, cuadernos de viaje y periodismo. Sí, periodismo. Por mucho que el prologuista de la edición española de Gorazde se empeñe en negar la mayor. Si lo que hace Sacco no es digno de ser llamado periodismo, vive Dios que lo que hacía Kapuściński tampoco lo era.

Colgarle la etiqueta de "periodístico" tampoco significa que en sus cómics se encuentren verdades absolutas sobre los temas que trata. Es más, ni siquiera lo pretende. Sacco plasma en viñetas una visión personal de la realidad basándose en sus propias experiencias y en los testimonios que va recabando. Ése es un dato a tener muy en cuenta antes de adentrarse en sus páginas, principalmente cuando las zonas de las que habla viven situaciones tan complejas como las de la ex-Yugoslavia (Gorazde, El final de la guerra, El mediador) u Oriente Medio (Palestina).

Una vez puestos sobre aviso de que en estas páginas el blanco y negro no se refiere sólo a la ausencia de color en los dibujos estaremos listos para adentrarnos en estremecedoras historias sobre el sinsentido de las guerras (mayor si cabe en el caso de las fratricidas), sobre lo hideputa que puede llegar a ser el hombre y, principalmente, sobre cómo es un día normal de una persona normal que vive en unas condiciones a años luz de la normalidad.

Historias, a fin de cuentas, de buenos y malos.

¿Subjetivas? Sí, y mucho.

¿Menos válidas por ello? No.

Ni muchísimo menos.

1 comentario:

Mattie dijo...

Tú lo has querido: FRIKAZOOOOOOOOO