martes, 14 de abril de 2009

Lágrimas en la lluvia

Hay un número finito y relativamente limitado de meses consecutivos saliendo de una lesión para caer en otra que puedo tolerar sin derrumbarme. Exactamente diez. El valor concreto lo he descubierto hoy de una manera dolorosamente empírica.

Creía por fin haber superado las molestias en la rodilla derecha que me han llevado a estar dos semanas sin correr como precaución, así que me disfracé de runner y me lancé a la calle a intentar trotar media hora de prueba. Hacía un poco de frío y llovía bastante, lo que aunque parezca mentira me encanta para correr. Pisé el asfalto encharcado con unas ganas locas de quitarme el mono de kilómetros acumulado durante todo este tiempo. Después de calentar y dar unos primeros pasos titubeantes empecé a tener buenas sensaciones y a prometérmelas muy felices.

Ni siquiera hizo falta un kilómetro para quitarme la tontería, 990 miserables metros fueron más que suficientes. Supongo que algún pobre habitante de la urbanización de Cantoblanco se habrá quedado sorprendido al ver a este imbécil corriendo de noche bajo la lluvia que de repente gritó, se echó la mano a la rodilla y se quedó un rato llorando debajo de una farola para después darse media vuelta y volver cabizbajo, caminando, por donde había venido.

Ésta ha sido la puntilla a un calvario que empezó allá por junio del año pasado. Tendones de Aquiles, menisco, sóleo, cuádriceps... Una auténtica visita guiada por la anatomía del tren inferior con degustaciones gratuitas de dolor en cada parada.

Y si al hartazgo no ver cerca la salida de esta retahíla de lesiones le sumamos que estoy hasta arriba de cosas por hacer, que debo trabajos que ni siquiera he empezado, que el PFC lleva semanas atrapado en un atasco del que no sé muy bien cómo sacarlo y que, aún por encima, la cercanía de MAPOMA me recuerda constantemente lo mucho que echo de menos correr, pues normal que me hunda.

Lo siento por los pobres de mis amigos. Si en condiciones normales ya soy un quejica, estos días voy a estar simple y llanamente insoportable. Entre las ojeras perennes que luzco por la falta de sueño y mi apenamiento, la gente se va a pensar que me he vuelto emo. Sólo me falta el flequillo para tener el pack completo.

Creo que voy a escuchar un rato a My Chemical Romance para ambientarme.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Se lo que es estar sin poder hacer el deporte que te apasiona por culpa de una lesión... Y efectivamente, es una mierda. Pero al mal tiempo buena cara, que suelen decir...

Suerte con el pfc, todos los proyectos pasan por épocas de estancamiento de las que, al final, se consigue salir!

Carboanion dijo...

¡Ánimo, hombre! ¡Que correr es de cobardes! ¿No habías probado también con la piscina, durante aquellas primeras lesiones? Que un sucedáneo siempre será eso, un sucedáneo, pero igual ayuda a matar el mono...

Todo se pasa, así que ¡no te hundas!

dblach dijo...

Bueno pues habrá que buscar un sustitutivo cervecil y ocioso a eso de correr sin destino.

Vente algún finde (este me voy) y viciamos. Ahora tienes tiempo para prepararte algo :P

Igonzalez dijo...

Venga!! animo!!

Lo que tienees eke hacer es descansar DE VERDAD la rodilla, y ya eras como te recuperas...

P.D. yo estoy igual con el PFC :-P