Primer día de piscina ayer, en un desesperado intento por compaginar un mínimo de actividad que evite el anquilosamiento durante las semanas que todavía me quedan de reposo forzado y el respeto escrupuloso a los tiempos de recuperación de mis maltrechos tobillos.
Pocas veces me he sentido más perdido en mi vida. En apenas diez largos a la piscina terminé tan fatigado como después de las series de 2K que me metía en las pistas de atletismo de la uni y con los brazos absolutamente extenuados, en una prueba más de mi total ausencia de fuerza en el tren superior. Por no hablar de mi formidable técnica natatoria, sólo comparable a la gloriosa actuación de Eric La Anguila Moussambani en las olimpiadas de Sydney.
Semanas por delante para irme adaptando a un deporte nuevo en un medio extraño y hostil. Si el Mostruo Espagueti Volador quisiera que nadásemos nos habría dotado, en su tallarinesca sabiduría, de unas prácticas aletas :P
A ver cuándo puedo volver a correr y volver a la tierra firme a la que pertenezco. Mientras tanto me tendré que conformar con este sustitutivo...
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