Había bastante donde escoger. Desde un inocente comentario sobre la incomodidad de que te estornuden en la nuca que mis enfermos oídos elevaron a cotas supremas de sordidez hasta una sorprendente disertación sobre la variabilidad del color del Cola Cao dependiendo de la ubicación geográfica en la que se encuentre quien lo prepara, pasando por una verdadera clase magistral de sinergia impartida por mi señor padre al mostrarme que es perfectamente posible felicitar y putear en una única (y genial) frase.
Pero una ellas logra superar a todas las anteriores. No es graciosa, ni sorprendente, ni tan siquiera un pelín sórdida. Pero ha resultado felizmente premonitoria:
Para surcar mejores aguas despliega ahora las velas la navecilla de mi ingenio, que deja tras de sí un mar tan cruel.
Ésta era la cita de Dante que se podía leer al final del enunciado del examen de Transmisión de Datos, en el que efectivamente desplegué mi ingenio para poder dejar atrás por fin esa asignatura :)
Y es que, parafraseando el Vietnam Sentimental de Los Carradine, esta asignatura ha sido como el Mekong: un río hacia el horror lleno de curvas y de junglas de las que nadie me advirtió. Ha sido la causa de muchos disgustos y frustraciones, una losa con la que tenía que cargar año tras año hasta la desesperación. Tal ha sido el alegrón que me he llevado aprobándola (que además se ha solapado con el 5.gracias de Antenas) que llevo tres días celebrando esta fermosísima fazaña.
Pero va siendo hora de cerrar el capítulo de celebraciones y empezar a preparar los tres exámenes que me quedan. No estaba yo acostumbrado a llevarme tantas alegrías tan juntas y la verdad es que me ha gustado la experiencia. A ver si puedo repetir en breve ;-)
Todo esto además (por qué no recordarlo, señora) el mismo año que he corrido un maratón... :P
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